Desde hace algo más de un mes estamos en plena eclosión en la demanda de juguetes sexuales. ¿Por qué en esta recta final del otoño? Una época sin la torridez del verano, ni la euforia de la primavera ni la necesidad de calorcito corporal propia de meses más invernales. Parece una etapa algo anodina, ¿no? Pero las apariencias engañan. Quizá ahora mismo ese compañero de trabajo que tiene al lado, con semblante serio, esté pensando en adquirir un artículo sexual para animar sus encuentros o esa señora que mira su móvil con interés en la parada del bus busque el último modelo de succionador de clítoris... menos mal que no pasa como en los tebeos, donde se escriben los pensamientos en una nube suspendida sobre nuestra cabeza, ¿eh? 

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