El número de noviembre de nuestra revista National Geographic España, que hemos publicado esta semana, es un espectáculo arqueológico.
La portada y el reportaje principal están dedicados a los grandes descubrimientos arqueológicos de estos dos últimos siglos. Grandes hallazgos “que amplían nuestro conocimiento de la historia de la humanidad y desvelan las vidas de nuestros antepasados”.
Portada del número de noviembre de National Geographic España
Hablamos de descubrimientos como el arte rupestre de Lascaux o la tumba de Tutankamón; de los guerreros de Terracota o el templo de Angkor Wat; de Pompeya o del Titanic; de Ötzi, el hombre de hielo, o del Machu Picchu, y de decenas de hallazgos adicionales que han permitido desvelar extraordinarios secretos de hasta 3,7 millones de años de antigüedad.
En su texto introductorio, el periodista Andrew Lawler, experto en la materia, nos explica que “la arqueología transformó estos ‘objetos ocultos en la tierra’ de simples tesoros a potentes herramientas que nos permiten asomarnos al pasado”. De hecho, como bien afirma Lawler, “sin la arqueología, apenas sabríamos nada de las primeras civilizaciones”.
Gracias a las excavaciones realizadas en todo el mundo durante estos dos últimos siglos, se ha “dado voz a un pasado que antes permanecía sepultado en su mayor parte”. Y aquí llega la magia del asunto: “Por medio de los yacimientos y los objetos recuperados, nuestros ancestros remotos -muchos de los cuales ni sabíamos que existían- pueden contar sus historias”.
Quiero citar algo más de lo que explica Andrew Lawler en este número de noviembre, ya que su introducción ayuda a entender el momento que vive ahora mismo la arqueología: “Hay buenas razones para creer que estamos asistiendo al advenimiento de la segunda edad dorada de la arqueología, esta vez despejada de envolturas colonialistas y axiomas racistas. Una generación de investigadores nutrida por mujeres y población autóctona está revitalizando la disciplina, y el mundo de los arqueólogos -que siempre se había caracterizado por su insularidad- trabaja hoy de forma más estrecha que nunca con expertos de otros ámbitos. Así, cartografían el cambio global a través de los tiempos con la ayuda de climatólogos, colaboran con químicos para rastrear la expansión milenaria de sustancias como la marihuana y el opio, e investigan métodos de datación más precisos codo a codo con los físicos”.
Es hermosa la descripción que hace el periodista de la labor de los arqueólogos cuando explica que “no es encontrar tesoros enterrados, sino resucitar a quienes llevan mucho tiempo muertos, convertirlos de nuevo en personas con nombre y apellidos que, como todos nosotros, sufrieron y amaron, crearon y destruyeron, personas que dejaron en el mundo algo de sí mismas”.
Si os hacéis con el número, os garantizo un apasionante recorrido por nuestro pasado y por distintos rincones de nuestro planeta, que además se complementa con otro increíble viaje que también contamos en la revista: el que desde hace nueve años realiza el periodista y explorador Paul Salopek siguiendo la senda de nuestros antepasados.
Salopek, que ha llegado ya a la mitad de su recorrido de 39.000 kilómetros a pie alrededor del mundo, hace balance del camino andado y se pregunta “qué lecciones podemos aprender para orientarnos mejor en este turbulento siglo que vivimos”. Las fotografías que acompañan su caminata son de John Stanmeyer.
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No me quiero despedir hoy sin recomendaros también una entrevista que hemos publicado recientemente en nuestra web: la realizada a Ives Coppens, uno de los paleontólogos más prestigiosos del mundo. Coppens fue codescubridor de Lucy, la Australopithecus afarensis más famosa, cuyo hallazgo cambió el conocimiento de la evolución humana.
¡Feliz semana y hasta la próxima!
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